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Bienvenido a mi blog "Buscando la comunicología", un esfuerzo escolar donde se encuentran algunos de mis trabajos.

La fábrica de sueños

Hace más de un siglo, los avances en el campo de la fotografía hicieron realidad la posibilidad de captar imágenes en movimiento y así surgió uno de los inventos más fascinantes del mundo: el cine. Ya sea que se utiliza como medio de expresión artística o como un simple entretenimiento para las masas, el cine nos ha permitido contar historias asombrosas y ver en una pantalla mundos que sólo existen en nuestros sueños. Nuestra imaginación es el límite a la hora de realizar una película, las posibilidades son inagotables, nuevos horizontes son explorados con el transcurrir del tiempo y los cambios suceden de manera vertiginosa mientras nuevos adelantos tecnológicos provocan saltos asombrosos.

Las películas que estrenan día a día no dejan de impactarnos por su realismo cada vez mayor pero, ¿hacia dónde se dirige el cine? o ¿cuáles son las nuevas tendencias en el séptimo arte?

Éstas son preguntas que rara vez nos hacemos puesto que nos contentamos con sentarnos en una butaca y dejarnos llevar por lo que vemos en pantalla, sin preguntarnos siquiera por un momento todo el proceso que implica realizar un filme o hacia dónde nos lleva el futuro.


En el cine todo tiene truco… ¿Hasta dónde vamos a llegar?

Considero que en el mundo moderno en que vivimos nos volvemos rápidamente dependientes de las máquinas, delegando funciones cotidianas y haciendo que no ejercitemos nuestra mente y, en ocasiones el trabajo creativo. Nuestra sociedad se vuelve cada vez más tecnológica y se le da más importancia a la lógica artificial. Las computadoras realizan trabajos y se adentran cada vez más en nuestra vida. El problema se produce cuando una computadora, en lugar de ayudar al hombre, lo sustituye.

¿Qué pasó con el antiguo proyector de cine manejado por un operador? En la película italiana Cinema Paradiso encontramos al entrañable personaje de Alfredo, operador de uno de esos proyectores y quien, como mentor del personaje principal, le transmite su conocimiento.

Ya no son necesarios los trucos tan ingeniosos a los que recurrían como efectos especiales, los palitos de madera pintados que formaban una multitud, la leche para lograr una lluvia visible o los pasteles que formaban la lava ya están pasados de moda. Llegará un momento en que no se necesite maquillaje; ¿necesitan un determinado set? Lo crean de forma digital, olvidémonos de aquellas exhaustivas búsquedas por todo el mundo para encontrar la locación perfecta; ¿crear un barco o un castillo? Es más barato añadirlo por computadora; ¿interacción del actor con su medio? La bluescreen lo impide.



¿Y hablando de la iluminación o el sonido? Esas profesiones eran en verdad delicadas; se necesitaba encontrar el tono justo de luz para que la escena funcionara y utilizar aluminio para hacer el sonido de un trueno ahora es gracioso.

¿El sutil arte de la edición? Sergei Einsestein o Charles Chaplin requerían tener cientos de metros de película, analizarlos y formar la película que deseaban después de un exhaustivo trabajo ¿Qué pensarían al saber que ahora existen programas especiales encargados de eso que pueden ser operados por una sola persona? ¿El actor estrella falleció? Se puede revivir para cualquier proyecto sin demasiado costo.

Si ya existen películas como Final Fantasy, Beowulf u otros filmes de Pixar cuyos personajes son generados por completo en el ordenador ¿Acaso llegará el día en que los actores ya no sean requeridos en absoluto?




Parece debemos establecer un límite porque una computadora jamás llegará a poseer los instintos de una persona, su creatividad, su capacidad de ver más allá de lo evidente, de sustituir todo el trabajo que implica la maravillosa creación conocida acertadamente como “el séptimo arte”.

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